Llevo ya algunos meses hablando con diferentes departamentos de RRHH y directivos de empresas, que han realizado varias charlas a sus directores y empleados para motivarles y entrenarles en habilidades.

El sentir común es que nadie ha aprendido gran cosa ¿cómo podemos desgranar esto? ¿dónde está el error? ¿por qué una charla puede conmovernos pero no cambiarnos?

El principal problema, creo, sigue estando en que tratamos el liderazgo únicamente como si fuera una skill, una habilidad, «debes ser el faro que ilumine» «debes acompañar» «un líder no juzga», entramos en lo que el analista de la conducta, el doctor Santiago Benjumea, llama psico-obviedades. Consiste en dar consejos que podría darte tu primo Raúl, el del pueblo.

La cuestión fundamental es que en estas charlas se limitan a dar lo que Skinner llamó «reglas verbales» que pueden ser útiles siempre y cuando has tenido algún aprendizaje previo, sino, me temo que no suelen servir de gran cosa.

¿Hay alternativa?

Sí, entrenar en contingencias, mucho más útil, mucho más práctico. Para eso hay que saber dónde mirar, qué principios hay que seguir.

Coaching

Vemos en LinkedIn mucho contenido hablando de liderazgo pero llama poderosamente la atención que nadie define qué es. Aquí es donde el análisis de la conducta aplicado al trabajo, entra con fuerza porque considera el liderazgo como un resultado. Liderazgo es concretar el objetivo que debemos obtener, qué conductas hay que tener para llegar ahí y finalmente moldear & modelar. Tenemos entonces que por definición, un líder, es un modificador de conductas.

¿Cómo se pueden modificar conductas si no sabemos qué principios la rigen?

Necesitamos menos frases rimbomantes, más concreción, menos alimentar el ego del motivador y más implementar el saber práctico que tenemos sobre cómo se debe liderar.