«El mindfulness puede hasta cambiar la estructura de tu cerebro»
Esta es alguna de las afirmaciones que llegué a escuchar en su día basados en vete tú a saber qué estudios pero en la actualidad, ampliamente refutado.
Vamos un poco a lo de siempre: los parches, los atajos rápidos, difícil que funcionen sobre todo cuando hablamos de un ámbito donde se producen tantas interacciones como en la empresa.
¿Pasa algo porque una compañía cierre X talleres a sus directivos? Claro que no pasa nada, ni es malo, ni les vendrá mal, pero hay que ser conscientes de que será como una actividad de Team Bulding más. No solucionará gran cosa.
Pasa igual con la charla motivacional, inspiradora. Hay que insistir: esas actividades son entretenimiento, no formación, no podemos pretender solucionar nada porque un tipo nos haga llorar.
Los equipos necesitan saber qué hay que hacer para obtener resultados, tener tranquilidad, concreción, un estilo de liderazgo que entiendan para saber qué se espera de cada uno. Esto debe venir acompañado por una política de incentivos realista pero efectiva y alineada con lo que sabemos científicamente que funciona. Toda solución que pase únicamente por la intuición o «el sentido común» tendrá altas probabilidades de no funcionar en el medio plazo.
Es normal que frente al sufrimiento personal busquemos cualquier tipo de ayuda y ahí entra el Mindfulness que nos vendieron como la panacea, pero me temo que no lo es. Toda solución a una situación donde el trabajo haga que no podamos más pasa por un análisis funcional de la conducta, ahí es donde podrás encontrar unos raíles que si bien pueden ir más o menos rápidos, avanzarán seguro en la búsqueda de soluciones ante una situación que es posible que lleves años arrastrando.

