Te levantas a trabajar con sueño porque has dormido mal, llegas a tu puesto y te sumerges en un mundo de preocupaciones, permaneces en un estado de nervios que sabes que te perjudica, llegas a casa y eres incapaz de disfrutar, tu vida es sacrificada pero hay un motivo ¿cuál es?

«De algo hay que vivir» es una verdad incontestable; lo contrario es un privilegio de clase, pero tú no eres rentista. Tú vives de tu esfuerzo y necesitas dinero para comer. Entonces, ¿el sacrificio merece la pierna? Mi respuesta es contundente: no.
Ojo, soy conductista radical. Bueno, me voy a llamar «contextualista funcional» porque mi amigo César me dice sabiamente que yo me dirijo a empresas, y eso de «radical» implica que tengo que explicarle a la gente que en realidad es porque «la conducta está en la raíz» y me llevaría demasiado tiempo.
Decía que soy contextualista funcional, y esto quiere decir que sé que el contexto nos determina en buen grado y no todo el mundo puede renunciar a un trabajo o cambiar de vida rápidamente. Sí, lo entiendo, pero tengo algo que decir al respecto.
En estos meses de trabajo, he escuchado cosas como: «A veces pienso en tener un accidente y así poder tener una baja justificada» o «Salgo a fumar de más, no porque me apetezca encender un cigarro, sino por conseguir salir de la oficina.»
¿De verdad pensáis que la única opción que tenéis de ganar dinero es con una vida así?
A la hora de abordar un problema, hay que alejarse de las dicotomías y bañarnos en la incomodidad del gris. En la tonalidad encontraremos la solución.
Para que tu vida mejore en un contexto difícil, a veces solo hace falta algo que no es tan complicado: tener un plan. Y subo la apuesta: tener un plan no es fundamental en los primeros pasos, a veces basta con tener un horizonte diferente, aunque no sepas cómo llegar a él. Es decir: tener esperanza.
Si fuera fácil tener esperanza, nadie sufriría.
Claro, por eso es tan importante hacer las preguntas adecuadas, exponerte, replantearte todo: ¿por qué te levantas por las mañanas? ¿Qué cosas te gusta hacer? Es probable que alguien me diga «eso está muy bien, pero un trabajo es un trabajo». Insisto, olvida las dicotomías, vuelve al gris.
Nos han enseñado a solucionar problemas desde la mera reflexión, y tiene sentido. En nuestra historia de aprendizaje, hemos llegado a resolver problemas simplemente divagando en el metro, pero en esta problemática, de largo, es mejor tener aliados externos.
Olvídate de lo que te dicen que debes aspirar. Ocurre una cosa con la gente que nos dice que si el esfuerzo, que si el dinero, que si el sacrificio… Se creen que están dando un mensaje «rompedor», ni mucho menos. Tú piensa que son cosas que podrían decirte Pablo Motos o Ana Rosa Quintana. No hay nada más mainstream ni socialmente estandarizado que el pensamiento de esas personas.
Lo rompedor es tener tu propia idea de felicidad, tus propias metas. Una vez la nevera tiene comida, a partir de ahí podemos vislumbrar nuevos horizontes. Y créeme, lo primero que tienes que hacer es encontrar tiempo de ocio, y eso prácticamente siempre será factible aunque tengas que vivir la incomodidad (si no tienes costumbre) de ajustarte a tu jornada laboral.
En mi viaje, el primer horizonte estaba claro: no puedo permitirme el lujo de perder un año más de vida con preocupaciones y actividades que estaban muy lejos de las cosas que me mueven. La visión de envejecer pensando que estaba tirando mi vida me resultaba tan desagradable que estaba dispuesto a cualquier sacrificio. ¿Mi vida es de color de rosa? Claro que no, vivir duele, pero te cuento cosas a ver qué te parecen:
- Vivo el presente más que nunca: estoy mucho más centrado en el ahora.
- Los domingos son días maravillosos: estoy con mi familia, amigas, amigos, y el lunes no me resulta aversivo en ningún momento.
- Los días cambian mucho: es mi parte favorita, hoy hago una cosa, mañana otra, todo cambia. No sé cómo concretar esto pero me resulta muy agradable pensar en cada nuevo plan que se me va ocurriendo.
- ¿El dinero?: en mi caso, tardó en llegar, pero poco a poco va a más. Cuando tienes tiempo de pensar, de interactuar con gente, van apareciendo oportunidades. Recuerda que todo es progresivo. Si tuvieras que estar una temporada sin ingresos, el día 1 no estás debajo de un puente.
Es un post largo, pero quizás os he hecho reflexionar, a veces pienso que nos iría mejor si, como les pasaba a los emperadores romanos cuando desfilaban, tuviéramos a una persona que de tanto en tanto nos susurrara «memento mori», «recuerda que vas a morir»
Yo solo aspiro a que si soy consciente del momento de mi muerte pensar «joder, le eché narices, hice lo que tuve que hacer para tener una vida con sentido» la perspectiva de irme en paz me resulta de lo más agradable, dentro de la mierda que es morirse, claro.
