Las emociones son una constante en el trabajo. Desde el estrés en momentos de alta demanda hasta la desmotivación en equipos desconectados, estas respuestas pueden parecer barreras insuperables. Sin embargo, ¿y si las emociones no fueran «problemas internos» de los trabajadores, sino señales del entorno que nos ayudan a entender qué está ocurriendo?

Desde el análisis funcional de la conducta, esta perspectiva cambia por completo cómo podemos abordar y gestionar las emociones en el trabajo, especialmente desde posiciones de liderazgo y dirección de Recursos Humanos.

Las emociones como respuestas funcionales

Cuando hablamos de emociones en el trabajo, muchas veces caemos en explicaciones simplistas:

  • “Está estresado porque tiene demasiado trabajo.”
  • “Es desmotivado, no quiere esforzarse.”

Pero estas frases no explican el problema ni nos ayudan a solucionarlo. Las emociones no son algo «interno» o fijo, sino respuestas funcionales que ocurren en relación con el entorno.

Por ejemplo:

  • Estrés: Es una reacción que indica que las demandas del entorno (carga de trabajo, plazos) superan los recursos disponibles (tiempo, apoyo, herramientas).
  • Desmotivación: Surge cuando las consecuencias positivas (reconocimiento, avances, oportunidades) no están alineadas con el esfuerzo realizado.

En este marco, las emociones no son «causas» de las conductas, sino parte de un sistema de interacción: están influenciadas por los antecedentes (lo que ocurre antes) y las consecuencias (lo que pasa después).

El problema de las etiquetas en la gestión del talento

En el entorno laboral, las etiquetas son comunes:

  • “Es ansioso.”
  • “No tiene iniciativa.”
  • “Es poco productivo.”

Estas etiquetas, aunque parezcan útiles, en realidad son limitantes. Describen pero no explican. Además, pueden perpetuar una visión estática de los trabajadores, dificultando el cambio y generando juicios que no abordan las verdaderas causas del problema.

Por ejemplo, si etiquetamos a alguien como «estresado crónico», podemos ignorar los factores del entorno que están generando ese estrés: ¿Es la carga de trabajo excesiva? ¿Hay poca claridad en las prioridades? ¿Faltan recursos o apoyo del equipo?

El análisis funcional nos invita a dejar atrás estas etiquetas y a enfocarnos en las relaciones funcionales entre la conducta, el contexto y las consecuencias.

¿Cómo entender las emociones para liderar mejor?

Los directivos y responsables de RRHH tienen una gran oportunidad: convertir las emociones en una herramienta para comprender y mejorar el entorno laboral. Aquí algunos pasos clave desde el análisis funcional:

1️⃣ Identifica los antecedentes:

  • Pregúntate qué situaciones, estímulos o contextos están generando esa respuesta emocional.
  • Por ejemplo, si un equipo muestra signos de estrés, analiza si las metas son realistas, si los plazos son claros o si las prioridades están bien definidas.

2️⃣ Observa las consecuencias:

  • ¿Qué ocurre después de que alguien muestra una emoción en el trabajo?
  • Si alguien desmotivado sigue trabajando sin recibir refuerzo positivo (como reconocimiento o feedback constructivo), es probable que la desmotivación se mantenga o aumente.

3️⃣ Ajusta el entorno:

  • Cambiar el entorno puede transformar las emociones y las conductas.
  • Diseña tareas más ajustadas a las habilidades del equipo, establece sistemas de reconocimiento efectivos o mejora la comunicación sobre los objetivos.

Aplicaciones prácticas para directivos y líderes

1️⃣ Diseña un entorno reforzante:
Crea sistemas que refuercen las conductas deseadas. Por ejemplo, reconoce los logros del equipo, incluso los pequeños, y establece oportunidades para el desarrollo profesional.

2️⃣ Escucha las emociones como señales del contexto:
Cuando un equipo o una persona muestra estrés, frustración o desmotivación, no lo veas como un problema interno. Pregúntate qué factores del entorno están contribuyendo a esa respuesta.

3️⃣ Evita las etiquetas y apuesta por el cambio:
No te quedes en diagnósticos estáticos. Trabaja en identificar los aspectos del entorno que pueden ajustarse para facilitar un desempeño óptimo.

Liderar desde la comprensión de las emociones

Las emociones en el trabajo no son obstáculos, sino indicadores de cómo el entorno está influyendo en las personas. Entenderlas desde el análisis funcional de la conducta nos permite liderar y gestionar equipos de manera más efectiva, diseñando estrategias que mejoren tanto el bienestar como la productividad.

Si eres directivo o responsable de RRHH, recuerda: las emociones no son algo que debamos «controlar». Son una clave para entender y optimizar el entorno laboral.