Lo cierto es que depende de cada persona, de sus vivencias, de su historia de aprendizaje, de su contexto actual… aquí vengo hablar desde lo que me pasó a mí y de cómo al hacer zoom out y ver la fotografía, sin entrar en detalles, pude comprobar que lo que estaba viviendo es algo muy común y compartido.
Podéis escuchar la entrevista íntegra pinchando aquí a partir del minuto 30
¿Qué cosas suelen pasarle a todo el mundo al llegar supuestamente al ecuador de su vida? Independientemente de la suerte que hayas tenido es prácticamente inevitable ver a gente de tu entorno morir, comienzan algunas despedidas dolorosas, a veces de amigos, a veces de familiares. Un día te levantas y ves que ya un mal movimiento puede desencadenar en problemas que te tienen meses inactivos. En mi caso llevo dos años con una hernia inguinal, cuya operación no salió bien y de manera crónica tengo episodios a veces más o menos dolorosos. En mi caso, aunque la hernia me duela, me duele más no poder hacer cosas, me recuerda algo que me jode: me estoy haciendo mayor.
Con este panorama ¿de verdad tengo que estar todo el día preocupado solo por cosas que en realidad no son importantes para mí?
Hay que saber una cosa, cuando un día te levantas y algo que hacías, deja de resultarte apetecible, puede producirse un efecto contagio, más cosas pueden dejar de ser apetecibles. Esto no es mágico, esto está investigado, sabemos que puede ocurrir así. Por eso el no parar, el no tomar decisiones y seguir moviéndote (o arrastrándote) puede ser una decisión fatal y desencadenante de un problema aún mayor.
La sensación de permanente cansancio, de sentir que esto no era lo planeado y saber que cada segundo no se va a repetir, se me hizo insoportable y pude vivir en primera persona un «contagio» que afectó ámbitos en los que entonces no entendía qué podía estar pasando
Aquí el problema es estructural, tengo la convicción de que el sistema ha fracasado pero eso no quiere decir que a nivel individual debamos rendirnos.
En mi caso (y solo es mi caso) me ha servido de gran ayuda entender que soy un mamífero pensante, con un lenguaje sofisticado gracias al proceso evolutivo de mi especie. De verdad, comprender eso me resulta muy apetitivo.
También me reconforta entender mi dolor, es gratificante conseguir observarme en ocasiones y pararme a ver cómo mi latido sube de frecuencia, cómo un estímulo neutro se condiciona y me hace reaccionar, observarme a mí mismo con las herramientas que conozco, con la curiosidad de un científico. De alguna manera hace más soportable todo, ya no soy el que sufre, sino el que observa su sufrimiento.
La cosa es aún mejor cuando al profundizar en los principios del análisis de la conducta y aplicar estos conocimientos puedes explicarle a alguien que no entiende qué le pasa una hipótesis de origen y mantenimiento. O también formar en liderazgo para que las empresas entiendan que hay un saber científico que siempre funciona y que consigue resultados sin necesidad de hacer sentir mal a nadie. Aplicando un enfoque científico a la empresa, paradójicamente hace que la gestión de las personas sea mucho más humana.
Hoy me levanto un poco antes para escribir esto, desayunaré, me meteré en una reunión para comentar casos de sesiones que están llevando analistas de la conducta (algunas compañeras, otras amigas) leeré, prepararé una reunión para mañana y pasaré la tarde con mis hijos.
No persigo la felicidad, solo trato de vivir haciendo cosas que me interesan.
La vida es aquello a lo que prestas atención.

