En el trabajo hay una cantidad enorme de interacciones que desgastan relaciones, que hacen que vayamos cambiando nuestra manera de trabajar, de relacionarnos… .

Necesitamos dejar de juzgar personas para juzgar conductas y la cosa se complica cuando vemos a numerosos supuestos expertos en liderazgos que no paran de hablar de «egos», «gente tóxica», «egoístas…» y un sinfín de constructos que realmente no dicen gran cosa.

Os dejo un ejemplo que enseña una pequeña patita de lo potente que puede ser aplicar lo que sabemos científicamente sobre la conducta al liderazgo. Sin subir el tono, sin hacer sentir mal a nadie, ocupándonos de resolver el problema y midiendo qué tal lo estamos haciendo.

La psicología rigurosa es ideográfica, se centra en el individuo y en su situación personal, OBM hace exactamente lo mismo, se centra en el problema, en las conductas que necesitamos modificar en función de los resultados que nos hayamos marcado. No parte de hipótesis ni da nada por sentado, parte de la observación del problema.

A veces la gente se sorprende porque cuando tengo que abordar una problemática relacionada con el desempeño, pregunto «¿sabe hacerlo?» y sorprendidos me contestan «claro, cómo no va a saber» a veces se sorprenden cómo indagando, podemos llegar a conclusiones que dan con posibles soluciones que nunca nos habíamos planteado por dar muchas cosas por sentado.

Estas herramientas no te lo enseña alguien que te da «una formación» que en realidad, es entretenimiento, que te cuenta una gran historia o te hace reflexiones que culturalmente están bien tiradas pero que no son prácticas ni replicables en según qué contexto.

Hay demasiados liderazgos problemáticos, demasiadas personas que tratan sus creencias como universales, por eso a veces es tan difícil la comunicación, por eso a veces la gente trabaja por miedo y no por objetivos.

Vamos a dejarnos de dar por sentado que todo el mundo es tonto menos yo y a comprender que debemos mirar qué pasa antes de un problema y cuáles son las consecuencias para la persona que lo hace.

Esa mirada curiosa, ese enfoque científico, nos acercará siempre mucho más rápido a la solución del problema que queremos resolver.