He aprovechado una situación personal para hablar de ese gran desconocido como es el condicionamiento clásico. Ignorado por mucha gente que o bien lo desconoce, o bien se piensa que es otra cosa… No entenderlo imposibilita que entiendas realmente por qué la gente actúa como actúa (o si prefieres verlo desde otra perspectiva «es como es») además da cancha a que vengan otras personas con pseudoexplicaciones que pueden sonar bien culturalmente, pero en la práctica son un despropósito.

Siempre que pensamos en gente que sufre, aparecen en nuestro imaginario personas poniendo caras, lloros… pero esto ya sabemos que no funciona así, tú sabes que no funciona así.

El malestar viene sin avisar, en una canción, en una colonia, en un sabor, en un lugar… todo se impregna con nuestra historia y aparece cuando menos te lo esperas. Ya sabemos que no hay que externalizar las emociones, hay que luchar contra ellas, claro, debemos estar bien, ser felices, comernos el mundo ¿quién se podría imaginar que la gran mayoría de veces el problema que tenemos no es la emoción sino lo que hacemos con la emoción? ¿Te imaginas ser capaz de sentir malestar pero no dejar de trabajar ni perderte en ese malestar como en un laberinto que no tiene salida?

No se puede «luchar» contra el condicionamiento clásico, no podemos evitar que cada vez que crucemos por esa calle, recordemos los churros que te comías con tu tío cuando tenías 7 años, podríamos contracondicionar en los casos más graves (asociar ese estímulo con otra emoción menos desagradable), pero para eso, necesitamos tiempo y trabajar con los principios de aprendizaje. Sale mucho más rentable mirar nuestra emoción con otras gafas. Dejar ahí la tristeza, la apatía y seguir remando.

Y así nos sentamos a trabajar, rodeados de estímulos visuales, auditivos que se unen a las cosas que pasan, reuniones que salen mal, esa persona que no soportas, las emociones se encadenan, se aplastan y cuando se hace insoportable, puede aparecer un analista de la conducta con una tijera invisible que corta tu pensamiento y lo que haces, hace una sección, y trata de explicar por qué te pasa lo que te pasa y qué hay que hacer. No se trata de evitar el sufrimiento, el condicionamiento clásico (lo que sentimos) seguirá ahí, se trata de vivir anclándonos en las cosas que nos mueven.

¿Cómo te suena?