El blog tiene su encanto porque somos menos que en LinkedIn y muchos menos que en la radio, así que si vienes de este post, te vas a sentir como en esa fiesta cuando se va el grueso de invitados y quedamos 4 para comentar la jugada. Como es tradición, hay aspectos sobre este asunto que he preferido dejar para esta pequeña comunidad de personas que leéis mis post y me comentáis en privado.

La cosa es que todos estos ponentes y otros más que podemos encontrar en «Mentes expertas» caen siempre en el dualismo, en la dopamina como causa de tu estado de ánimo, en diferentes afirmaciones pseudocientíficas en las que encontramos un denominador común que es la que realmente me sobra: todo lo malo que te pasa es tu culpa.

Entiendo la lógica que hay detrás de responsabilizarnos de todo, culturalmente tiene sentido, como argumento de venta a empresas, puede ser efectivo pero científicamente, es insostenible y éticamente, reprobable.

Es posible que ese «tú» que emplea Mario, no te afecte, pero recuerda algo, cada uno interpreta los mensajes de manera diferente en función del contexto y su historia de aprendizaje, por eso aunque ese «tú» de Mario a ti no te importe, no quiere decir que no haga sufrir a otras personas.

Vivir duele y que haya figuras de esta trascendencia lanzando permanentemente mensajes de ese tipo, es algo que debemos denunciar porque pueden añadir más dolor. Además del sufrimiento que puede estar padeciendo alguien por la relación que mantiene con el contexto que le ha tocado vivir, hacemos al individuo enteramente responsable de lo que le pase, así, en general, sin tener ni idea de quién te está leyendo o escuchando. Esto no va de decir que nadie es responsable de nada, va de entender los mecanismos de aprendizaje asociativo y no asociativo que nos afectan como organismo.

La cuestión podía acabar aquí, pero os pido que analicéis este extracto de un libro de Mario y me digáis si podemos tomar en serio a alguien que ha dejado esto por escrito:

Libro de Mario Alonso Puig: Vivir es un asunto urgente

Aquí es evidente que está soltando una magufada pero hay una media verdad: el lenguaje, la manera que tenemos de hablarnos, claro que nos afecta, pero no porque haya agua en nuestro organismos, sino porque somos capaces de estimularnos con palabras, de generar realidades. Necesitaría al menos un par de párrafos más para aclarar esto y este es el problema. Separar el grano de la paja lleva un tiempo que la gente no está dispuesta a invertir y al final, nos quedamos con esa frase que impacta y que si no entiendes los principios que la sustentan, puedes quedarte hablando con los cubos de hielo del congelador de tu casa o pensar que todo se reduce a lo que tú haces.

Ya veis, todavía no he hablado de por qué sus consejos dificilmente pueden servir para liderar, ya lo hice en este post de LinkedIn, pero vamos, resulta muy fácil: escucha a una charla de estos influencers sobre liderazgo, vete a tu puesto de trabajo y analiza en qué ha cambiado la manera de relacionarte con las personas. Pasadas 48 horas, me resulta difícil imaginar que haya tenido algún efecto, creo que no hay nada más ilustrativo que ese argumento.

Las formaciones en liderazgo no pueden reducirse a dar consejos o contarte historias, tienes que aprender cómo funcionamos para luego poder tener raíles sobre los que poder discurrir.

Hace unas semanas tuve una reunión con un responsable de RRHH de una gran empresa de miles de empleados. Expliqué que mi formación de liderazgo no tenía nada que ver con estas charlas que eran puro entretenimiento, no formación.

«Eso me lo vas a tener que justificar muy bien porque trabajamos con esas personas asiduamente»

Me quedaban 5 minutos de reunión y un montón de cosas por hablar.

¿Cómo puedo explicarle yo en un minuto a alguien que se ha podido gastar 40k en un puñado de formaciones, algo que creo, en el fondo, ya sabía: esas charlas no han servido para cambiar nada en su empresa.

Hace años prefería vender a tener razón, pero ya he pasado de los cuarenta y no puedo caer en falsas dicotomías. A mí no me debe dar vergüenza decir la verdad, son ellos los que deberían avergonzarse de estar diciendo según qué cosas. Cuando uno tiene de su lado el saber científico no puede salir de una reunión sin haber contado la realidad y masticando eso que dijo Galileo en el juicio con la Santa Inquisición «Eppur si muove», debe decirlo ahí, aunque le cueste la venta, aunque caiga mal.

Mi proyecto, apenas acaba de arrancar, y lo cierto es que he empezado a impartir charlas más rápido de lo que esperaba, como alguien que ha trabajado mucho la venta, creo que la ratio que mantengo de credencial / propuesta es alta, hay que asumir los tiempos de decisión de empresa y también que mi posicionamiento respecto a estos ponentes, puede ser incómoda para un director de RRHH de una gran empresa.

El tipo de RRHH sabe que si trae a Mario Alonso Puig, nadie va a reprocharle nada, pero si lleva a un calvo (físicamente atractivo) al que no conoce nadie, tendrá que asumir cierto riesgo que no todo el mundo está dispuesto a correr.

Os voy a decir lo que contesté en esa reunión ¿Equivale mi taller de liderazgo a una charla de uno de estos ponentes de «Mentes expertas»? Absolutamente no, jugamos en ligas diferentes. Yo llevo bajo el brazo el trabajo de científicos de la talla de Aubrey Daniels, Judith Komaki, Alyce M. Dickinson, Luis López Mena y William B. Abernathy, ellos por su lado, vienen con refranes, «verdades» culturalmente asumidas, una pila de storytelling tejida y perfeccionada con los años y sobre todo con un as debajo de la manga «la culpa es tuya y tú eres responsable».

¿Cómo pueden equivocarse diciendo nada si al final depende todo de ti? Ellos no pueden equivocarse porque si sigues sufriendo, simple y llanamente no has hecho lo que te han pedido que hagas.

Es posible que nunca entre en una gran empresa, pero me viene la imagen que contaba Salvador Madariaga en su ensayo «España» de aquel jornalero que en plena República lanzó las monedas a la cara del señorito espetándole «en mi hambre mando yo». Hay un soplo de dignidad en lo que hago que me refuerza, las cosas que explico en los talleres están testadas, podrán variar con los años, pero igual que es muy difícil que la ley de la gravedad cambie, también lo es que los principios de aprendizaje lo hagan. Las modas PNL, coaching ontológico, humanista, pasarán o cambiarán de nombre, los principios de aprendizaje prevalecerán porque no se sustentan en ocurrencias sino en experimentación.

Sé que jamás voy a convencer a ciertos perfiles, lo asumo, pero aunque no diga esto en mis intervenciones ni en mi LinkedIn, ni en mis reuniones de trabajo, me resulta agradable que de tanto en tanto me escriban personas que no conozco a agradecerme que por lo menos, les haya hecho reflexionar.

Criticar a personas como estos ponentes influencers que tienen legiones de fans, no es una opción que haya elegido, es lo honesto, es lo correcto, es lo que debo hacer.