Una de las frases que he escuchado, no pocas veces, es por qué Menganito pasa de mí si «he hecho un montón de cosas por él».

Cabe empezar esto diciendo lo evidente: si queremos influir en las personas, tenemos que importarles algo. Si una persona te desprecia profundamente dificilmente vas a conseguir reforzar nada, me temo que antes, te toca tener otro tipo de interacción.

Vayamos al meollo. Hay una antropóloga que se está haciendo muy conocida ¿que por qué no digo el nombre? porque creo que solo hay que nombrar a la gente grande. No creo que una crítica mía ni si quiera le vaya a llegar a esta mujer, pero me siento más cómodo sin dar nombres y explicando su error, que es un error que leo mucho, por otro lado.

¿Pero por qué me pongo tan pesado diciendo que un refuerzo no es nada en esencia y solo sabremos si hemos reforzado tras comprobar si ha aumentado la frecuencia de la conducta que queríamos reforzar?

Porque ese conocimiento me sirve para cimentar algo mucho más importante: que entendamos que en el trabajo, como líderes no podemos juzgar a las personas sino sus conductas. Es decir, no hay que opinar sobre lo que pensamos que son sino sobre lo que hacen.

Antes de que salga alguien a decirme que si Woke, buenista (que no gustavobuenista) o pusilánime, dejadme que os diga que esta es una creencia que mantengo desde la evidencia científica. Plantear las problemáticas desde la conducta, nos va ayudar a restar emocionalidad y ser más prácticos. Sobre la evidencia del condicionamiento clásico-operante vamos a ser mucho más ágiles y podemos ahorrarnos mucho del sufrimiento que se vive en las empresas cuando pretendemos que todos rememos en la misma dirección.

La gente «no se cansa de las recompensas» entendiendo la recompensa como un reforzador, no podemos cansarnos de los reforzadores, estamos ávidos de ellos, son los que nos activan, los que nos mueven de la cama, si no tuviéramos acceso a reforzadores estaríamos en un estado depresógeno, que viene precisamente caraterizado por el hecho de que las cosas que antes nos gustaba hacer, de repente, ya no nos motivan.

En el próximo post, repasaremos algunos fallos que podemos cometer a la hora de tratar de reforzar conductas.