Ya sabemos que cada vez que hablamos de «liderar con ética» encontramos frases vacías que se nos ocurren y que, como están admitidas culturalmente, las decimos incluso introduciéndolo con frases del palo «En mi opinión…»
Vamos a intentar hablar de manera seria sobre un concepto que primero hay que concretar «liderazgo ético».

Esta semana, acabé el libro: Organizational Behavior: An Evidence-Based Guide for MBA Students, donde el liderazgo ético se define como «la demostración de conductas apropiadas y alineadas con los valores éticos a través de acciones personales y relaciones interpersonales.» Pero no se queda ahí: también implica reforzar esas conductas en los demás, comunicarte de manera abierta y tomar decisiones coherentes con esos principios.
Es curioso porque, en realidad, no hay nada revolucionario en esta definición. Lo que sí es interesante es cómo lo encajan dentro de dos dinámicas fundamentales:
- Aprendizaje social: Los líderes éticos modelan con su conducta lo que esperan ver en los demás. Si tú no eres transparente, ¿cómo esperas que tu equipo lo sea?
- Intercambio social: Cuando tratas a las personas de manera justa, creas una relación de reciprocidad. Es decir, las personas responden al buen trato con compromiso y con comportamientos positivos.
Es un enfoque simple, pero profundamente práctico: lo que haces como líder no solo se queda en ti, se refleja en las conductas de tu equipo. Y eso, para bien o para mal, tiene un impacto directo en la organización.
La ética no es opcional
Hay algo que me llama la atención en este concepto de liderazgo ético: no es un extra, no es algo que puedas dejar de lado sin consecuencias. Los datos son claros:
- Equipos liderados éticamente muestran menos cinismo y mayor compromiso organizacional.
- Los comportamientos de ciudadanía organizacional, que el libro describe como acciones «voluntarias» que van más allá de las obligaciones laborales, como ayudar a compañeros, asumir tareas adicionales o contribuir a mejorar el ambiente laboral, se incrementan notablemente bajo un liderazgo ético
- Incluso el desempeño general del equipo mejora cuando el líder actúa con integridad y refuerza comportamientos positivos.
Es decir, liderar con ética no es solo “hacer lo correcto”, es también una estrategia efectiva para lograr resultados. Pero claro, no es tan sencillo como decir “lidera con valores”. Tienes que hacerlo tangible: modelar, reforzar, actuar.
Lo que no es liderazgo ético
¿Sabes lo que pasa muchas veces con este tipo de conceptos? Que se mezclan con discursos vacíos. Liderazgo ético no es soltar frases motivacionales en una reunión o predicar sobre valores en una presentación. No es decirle a alguien que confíe en ti mientras tus decisiones traicionan esa confianza.
El libro lo diferencia claramente de otros estilos:
- No es liderazgo transformacional: No se trata solo de inspirar una visión; se trata de garantizar que esa visión sea ética y que los valores no se queden en el PowerPoint.
- No es liderazgo transaccional: No es intercambiar recompensas por resultados; es desarrollar la conciencia moral en tu equipo y construir una cultura que perdure
Liderar con ética es liderar con hechos
Es fácil hablar de ética; lo difícil es demostrarla. Y aquí está el verdadero reto del liderazgo ético: no se trata de lo que dices, sino de lo que haces. ¿Recompensas los comportamientos correctos? ¿Eres coherente en tus decisiones? ¿Fomentas un ambiente donde las personas puedan actuar con integridad?
El liderazgo ético no es un adorno ni una opción secundaria. Es una responsabilidad que define no solo tu éxito como líder, sino también la cultura de tu organización. Así que, si crees que estás liderando éticamente, pregúntate esto: ¿estás actuando de manera que las personas quieran seguirte, no porque deban, sino porque confían en ti?

