¿Y si no estás roto, solo agotado de pelear?

Te levantas sin ganas, desayunas rápido (si es que desayunas), y con el primer correo ya notas cómo se te tensa el pecho.

Te dices que aguantes, que es solo una etapa.

Que el problema eres tú.

Que tienes que organizarte mejor.

Que a lo mejor con una app de productividad te aclaras.

O con yoga. O con un viaje.

O con suerte.

Pero no pasa. Y cada día cuesta más empezar.

Después de un tiempo trabajando desde el análisis de conducta (sí, esa psicología basada en la experimentación científica), estos son algunos de los mitos que he detectado que más nos alejan de la salida:
  • “Tengo que dejar de sentirme así”
    No. No vas a dejar de sentir ansiedad porque quieras. Cuanto más luchas contra lo que sientes, más fuerte se vuelve.
    Entrenamos a dejar de pelear. A que puedas sentirte mal sin que eso decida por ti. Porque si aprendes a actuar incluso cuando hay malestar, recuperas el control.
  • “Con hacer cosas que me distraigan me pasa”
    Hacer deporte, ver series, irte a la montaña… claro que puede a ayudar. Pero si lo haces solo para no pensar, el alivio es breve.
    Entrenamos a detectar si estás evitando o construyendo. A veces el cambio empieza por decir lo que nunca has dicho, o por hacer menos, pero con sentido.
  • “Con hablarlo me descargo”
    Y te descargas, sí. Pero si solo hablas para quejarte y no haces nada con lo que descubres, refuerzas la inacción.
    Hablamos para actuar. Para detectar lo que mantiene tu situación y empezar a mover piezas.
  • “Estoy así porque no me organizo bien”
    ¿Seguro? ¿O estás cumpliendo reglas rígidas como “si no lo hago yo, nadie lo hará”?
    Entrenamos a identificar esas reglas que gobiernan tu conducta y que te están quemando.
  • “Cuando me recupere, ya veré qué quiero”
    Esperar a que se te pase es como esperar que tu casa se ordene sola para entonces empezar a vivirla.
    Trabajamos en clarificar valores ahora, porque actuar en dirección a lo que importa es lo que te empieza a sacar del agujero. No al revés.
  • “Estoy así porque soy débil”
    No. Estás así porque haces lo que aprendiste a hacer. Entrenamos habilidades nuevas: cómo decir que no, cómo pedir ayuda, cómo priorizarte sin culpa, cómo hablarte de una manera más amable.
  • “No tengo tiempo para cuidarme”
    Lo entiendo. Pero no hablo de irte a Bali. A veces autocuidado es dormir una hora más, decir no a una reunión, mandar ese correo que llevas semanas evitando.

No te estoy vendiendo motivación, ni frases inspiradoras.
Solo digo que se puede entrenar otro camino.
Y que, aunque ahora no lo veas, no estás roto, actúas así porque has aprendido a «ser» así.
Y eso sí tiene solución.